Y estar triste con cada segundo que el reloj avanza, sintiendo su desgarrador tic-tac atravesando tus oídos y llegando hasta tu rincón más inhóspito, haciéndote recordar todo lo que alguna vez te ha hecho daño... una vez más, de tantas.
Nada funciona. ¿Qué más da? Si al fin y al cabo, la vida es el más cruel y precioso sinsentido que jamás haya existido.
Y no nos queda otro remedio que aguantarlo, ¿no?
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