¿Alguna vez has sentido que tienes tanto que decir, tanto dentro de ti, que no sabes ni por dónde empezar?
¿Has tenido tu boca sellada cuando tu interior hablaba a voces?
¿Has tenido tu boca sellada cuando tu interior hablaba a voces?
En esos momentos, lo único que sale de nuestros labios es un leve suspiro.
Y otro.
Y otro...
Pero por muchos suspiros que salgan de las puertas de nuestra alma, todo lo que tenemos que soltar se queda atascado en la garganta.
Como un nudo que nos ata a la incoherencia; y cada día que pasa se enreda -y nos enreda- más y más, sin ser apenas ser conscientes de ello.
Sólo se me ocurre respirar hondo y tragar saliva, esperando que ese nudo de palabras pesadas como el plomo, nos arrastre al fondo lo más pronto posible.
Y otro.
Y otro...
Pero por muchos suspiros que salgan de las puertas de nuestra alma, todo lo que tenemos que soltar se queda atascado en la garganta.
Como un nudo que nos ata a la incoherencia; y cada día que pasa se enreda -y nos enreda- más y más, sin ser apenas ser conscientes de ello.
Sólo se me ocurre respirar hondo y tragar saliva, esperando que ese nudo de palabras pesadas como el plomo, nos arrastre al fondo lo más pronto posible.
Y con una tétrica sonrisa, nos ahogamos.
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