9 Jan 2014

My favourite worst nightmare.

Sale el Sol en otro día lluvioso, otro día más rodeada de serpientes deseosas de inyectarme en el cuello su amarga ponzoña. Otro día rodeada de buitres carroñeros de tristezas deseando clavar su afilado pico en lo más profundo mi corazón aún latente, pero no por ello vivo.

Me miro al espejo como cada mañana y una chica ojerosa y despeinada me devuelve la mirada. Y no es la primera vez que el espejo me devuelve una imagen tan desoladora, aunque sinceramente no sé si es el espejo que me engaña, pero cada vez me veo más etérea.
Supongo que este es el primer síntoma de locura.

Dejando a mi familia atrás me adentro en la jungla de asfalto por caminos solitarios. No sé si lo hago por protegerme a mí misma de las fieras que rondan hambrientas en las calles o si lo hago para proteger a los demás del monstruo en el que me he convertido. Tampoco importa.
Busco y busco por las calles el pozo sin fondo, el abismo prometido. Incluso pregunto a la gente si lo ha visto, pero nadie me contesta, me ignoran. Como si fuera invisible. Como si sólo fuera viento.
Y entonces lo encuentro por mérito propio y antes de cumplir mi mayor y último sueño me dedico un pensamiento positivo diciéndome "lo he conseguido".
Y entonces me arrojo al vacío.

Y despierto.

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