9 Feb 2014

A 17 leguas bajo el mar.

Después de esta tormenta ya no quedan velas, ni timón, ni ancla que me sostenga, ni cubierta.

Nada.

Tan sólo un trozo de madera podrida flotando en medio del desértico océano.
He tirado mi brújula, consciente de que estaba manipulada por mis caprichos y mentiras.
Mi corazón se lo han comido los peces. Mi mente se hundió junto con el barco. Mi espíritu huyó lejos. Y mi alma permanece enterrada, como un tesoro que a nadie le interesa.

Ahora sólo quedamos la deriva y yo.

No comments:

Post a Comment