1 Feb 2014

El monstruo de debajo de mi cama era yo misma.

En la vida, siempre llega un momento en el que la causa de tu propia existencia da un giro completo.
Con la poca fuerza que te queda después de haber escupido tu corazón, te levantas y miras a tu alrededor...
¿Y qué encuentras? Sólo los restos del castillo de lo que un día fue tu felicidad plena. Ya no queda espacio para vivir en las ruinas...

La felicidad ya no tiene cabida en los escombros, y las ilusiones han quedado sepultadas.

Y todo ello, inservible.

Tras ver ese infernal paisaje lo único que recorre tu mente son las ganas de haber perecido en el derrumbe, para que tu alma se separe por fin del cuerpo corroído que tienes por las guerras contra la realidad que te has negado a ver.

Aunque ese no es el camino...

Aún quedan los pilares.




-Martín Saravia Holcer

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