Ya no quedan segundos, ni
minutos, ni horas; no hay
agujas en el reloj, no hay tiempo
que cicatrice, no hay tiempo
que avance hasta
consumirme.
minutos, ni horas; no hay
agujas en el reloj, no hay tiempo
que cicatrice, no hay tiempo
que avance hasta
consumirme.
Los corazones ya no respiran
y los pulmones ya no laten;
el amor no me envuelve y la
música no me escucha,
¿qué nos queda más
que una muerte permitida
en un mar sin olas?
Ni más ni menos que
continuas decepciones,
que distancias cercanas
y cigarrillos que no se consumen;
como peces sin branquias,
como mis huesos,
de cristal.
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